quinta-feira, 30 de março de 2017

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18 de septiembre de 1837 la primera luz salía del faro Punta Ángeles. 65570 días después una luz me ilumina en sus alrededores. Yo que todavía no estaba ni en la imaginación de mi quinta generación anterior, hoy me siento el grano de arena más bendicido del universo. No sé si bendicido por Diós en la concepción cristiana de las cosas, pero bendicido por la vida. Estoy aquí. Consciente. Con la sangre correndo en mis venas. Oyendo el Pacífico contra las piedras. Vendo millones de estrellas. Sentiendo el frío de un vento que me corta y me acaricia. Al lado de una persona que en poco tiempo ya me causó tanta alegría y que me elevó a lugares del alma que yo ni conocía o que hacía tiempo que no visitaba. No quería se cliché. Pero es imposible no mirar esta ciudad, estes paisajes, con ojos que no sean de Pablo Neruda, con intensidad que no sea de Gabriela Mistral y con palabras que no sean de Violeta Parra.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.


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